Por fin, alguien pensó en la familia que espera en la sala de plástico azul sin saber si el silencio es buen augurio o la antesala del caos. Osakidetza ha lanzado Eskutik: un canal de notificaciones vía SMS que informa a familiares sobre los hitos clave del recorrido quirúrgico o de urgencias de un paciente. Tan simple como potente. O al menos, así lo parece… siempre que la coreografía tecnológica esté bien ensayada.
1. Qué es Eskutik y cómo funciona (cuando todo funciona)
Eskutik, que en euskera significa “de la mano”, busca precisamente eso: tender una mano a los que esperan. Mediante mensajes de texto —esos SMS que muchos creíamos extintos como los CDs vírgenes— se avisa a los acompañantes sobre momentos clave: inicio y fin de cirugía, traslados, ingreso en planta, alta…
Todo empieza cuando el Servicio de Admisión anota el número de teléfono del acompañante y activa el flujo de notificaciones. El sistema dispara mensajes cuando se detecta un cambio de estado del paciente, idealmente en tiempo real. ¿Por qué SMS? Porque no exige datos móviles ni instalar apps, y porque, aunque nos cueste admitirlo, no todo el mundo tiene un smartphone. O cobertura. O paciencia para apps mal diseñadas.
2. Hasta dónde ha llegado… y hacia dónde va
Por ahora, Eskutik está presente en siete áreas quirúrgicas (Santiago, Txagorritxu, Mendaro, Bidasoa, Urduliz, Basurto y San Eloy) y en tres servicios de urgencias (Urduliz, Basurto y Santa Marina). En el primer semestre de 2025, ha enviado 135.883 SMS correspondientes a 20.625 pacientes, una media de 6,6 mensajes por episodio.
Antes de que acabe el año, el sistema se expandirá a cinco hospitales más, incluyendo gigantes como Cruces y Donostia. El plan es ambicioso, y como todo lo ambicioso, es también frágil: la excelencia está en los detalles.
3. Carga operativa: lo que no se ve pero se paga
Un SMS parece barato. Seis, ya no tanto. Multiplícalo por miles de pacientes y empieza a oler a factura gruesa. Pero el coste económico no es el único: también hay una carga semántica. A más granularidad en los eventos, más mensajes, más riesgo de notificar por notificar. Y eso, paradójicamente, puede generar ruido en lugar de claridad.
Como en un quirófano, aquí también se impone la máxima quirúrgica: precisión y economía de movimientos. Diseñar un sistema que informe sin agobiar, que tranquilice sin infantilizar, que sea útil sin volverse redundante.
4. Arquitectura e interoperabilidad: el esqueleto digital
Aunque en la superficie Eskutik parezca un sistema de avisos, por dentro requiere un delicado baile de integración con los sistemas hospitalarios (HIS/OR). Idealmente, los disparadores de los SMS deberían ser eventos clínicos atómicos —paciente entra al quirófano, se realiza la incisión, llega a recuperación— mapeados automáticamente a plantillas de texto.
Si esos eventos no son fiables o llegan tarde, Eskutik puede transformarse en un narrador de hechos pasados, no de realidades vivas. En ese caso, mejor no decir nada: la mentira por omisión tiene mejor prensa que el error con buena intención.
5. Gobernanza y privacidad: el lado oscuro del SMS
Aunque parezca un simple «El paciente ha pasado a planta», el contexto convierte ese mensaje en dato de salud. Y eso, según el artículo 9 del RGPD, requiere tratamiento quirúrgico —otra vez la precisión—:
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Consentimiento informado y revocable,
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Minimización semántica (nada de diagnósticos ni detalles clínicos),
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Auditoría de envíos y gestión de errores,
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Evaluación de impacto en privacidad (DPIA),
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Adaptación idiomática y accesibilidad cognitiva.
El SMS, como los bisturís, corta sin avisar si no se maneja con cuidado.
6. Valor clínico y organizativo: promesa aún por medir
La hipótesis es tan lógica que parece indiscutible: más información, menos ansiedad. Un mensaje oportuno puede evitar llamadas innecesarias, quejas airadas o interrupciones inoportunas. Pero el plural de anécdota no es evidencia.
Osakidetza necesitará estudios pragmáticos, con diseños robustos y endpoints claros (satisfacción, tiempos, agresiones, reclamaciones) para saber si Eskutik realmente mejora la experiencia o solo la maquilla. Porque no todo lo que brilla en la interfaz es oro en la planta baja.
7. Riesgos y puntos ciegos
Eskutik no está libre de trampas. Un SMS equivocado puede generar más angustia que el silencio. Los picos de actividad pueden saturar el sistema, y el canal sigue siendo unidireccional: no se puede responder con un “¿Y ahora qué?”.
Tampoco conviene olvidar la desigualdad digital: no todos los familiares tienen móvil, y muchos comparten teléfonos. Si el mensaje llega a quien no debe, la privacidad salta por la ventana. Y si llega en el idioma incorrecto, puede resultar tan útil como un jeroglífico egipcio en urgencias.
8. Recomendaciones para que Eskutik no se descompase
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Definir bien qué eventos se notifican y cómo.
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Usar plantillas breves, claras y sin terminología médica.
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Monitorizar entregabilidad, errores, latencia y número medio de SMS.
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Establecer límites de carga y sistemas de respaldo.
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Registrar consentimientos y actualizar evaluaciones de privacidad regularmente.
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Asegurar disponibilidad en euskera y castellano.
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Medir no solo cuántos SMS se mandan, sino qué impacto tienen.
En resumen: tecnología, sí. Pero gobernada, auditada y adaptada a la realidad del pasillo de hospital.
📌 Resumen ejecutivo
Osakidetza ha lanzado Eskutik, un sistema de notificaciones por SMS que informa a familiares sobre hitos clínicos durante la atención en quirófano y urgencias. Con una media de 6,6 SMS por paciente en el primer semestre de 2025 (135.883 mensajes en total), el sistema ya opera en 10 centros y se expandirá a otros cinco. Al optar por el SMS y no por apps, prioriza accesibilidad, pero impone desafíos técnicos: definición de eventos, interoperabilidad, protección de datos y control de costes. Su éxito dependerá de la precisión semántica, la gobernanza de consentimientos y la capacidad de evaluar impacto real. Si falla, no solo se pierde eficacia: se erosiona la confianza.
💬 Visión desde Troponina.com
Como médico de urgencias, sé que la incertidumbre mata más que muchos diagnósticos. Eskutik da estructura a la información y profesionaliza algo que antes dependía del humor del turno. Pero cuidado: un SMS mal sincronizado no es mejor que el silencio, es peor. Diseño minimalista, consentimientos claros y una evaluación honesta son claves. Porque si el sistema falla, no será la tecnología la que decepcione, sino el hospital entero. La mirada humana no se puede automatizar, pero sí puede apoyarse en un canal que funcione como el pulso de un buen clínico: constante, preciso y tranquilizador.

