Muere la compañera Maria Lluïsa González Perez

En INFORMACION CORPORATIVA

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Maria Lluïsa González dirigió MD Emergency, completando su formación de asistencia medicalizada en el SAMU de París

Ha sido una vida al servicio de los ­demás desde que en 1982 se licenció en Medicina y Cirugía en la Universitat de Barcelona. Empezó como médico adjunto del servicio de urgencias del hospital del Sagrat Cor, siguió du­rante once años como Coor­dinadora del transporte me­dicalizado programado en el Servei d’Emergències Mèdiques (SEM) de la Generalitat de Catalunya y después dirigió MD Emergency, completando su formación de asistencia medicalizada en el SAMU de París, antes de incorporarse en 1991 a Creu Roja de Catalunya.

Tuve el placer de conocerla en 1997 cuando accedí a la ­Presidencia de Creu Roja de Barcelona, ella era entonces la Directora del transporte sa­nitario de la institución en ­Catalunya. Dentro de un colectivo de ­profesionales y voluntarios ya caracterizado por su extraor­dinaria vocación y espíritu de servicio, me impresionó la personalidad de Lluïsa, su entusiasmo, su vitalidad, su ­entrega y discreta competencia y también el respeto que sentía por ella toda la organización y, especialmente, el personal operativo. Siempre tenía una palabra amable y una sonrisa para todos aquellos con quien hablaba.

Fueron estas características, y en particular la credibilidad personal y profesional que Lluïsa había conseguido, las que facilitaron que la presi­denta de Creu Roja en Cata­lunya, Marta Corachan, y su equipo pudiéramos emprender la compleja y necesaria regu­larización de una plantilla formada por cientos de trabajadores que arrastraba todas las ­secuelas históricas de una institución que, desde su antigua y curiosa ordenanza militar, había combinado trabajadores con un significativo número de voluntarios dando lugar a un sistema de relaciones laborales todavía deficientes, que resultaban inaceptables a las puertas del siglo XXI. La transformación dio lugar a la empresa, dirigida por la doctora González y que tuve el honor de presidir, Transport Sanitari de Catalunya, S.L. que, con una inicial mayoría de capital de Creu Roja, asumió el espíritu de servicio de la institución humanitaria y la experiencia de unos buenos profesionales, y se presentó al concurso convocado por la Conselleria de Sanitat en 1998, obteniendo los lotes suficientes para mantener la práctica totalidad de los puestos de trabajo y convertirse progresivamente en una de las principales empresas del sector en España.

Este esfuerzo de gestión se hizo siempre bajo unos valores y unos principios de calidad que la doctora González definía de este modo: «Nuestro compromiso, en coordinación con los centros de atención primaria, hospitales y centros de diagnóstico, consiste en con­seguir que los traslados se realicen con la mínima espera ­posible y la máxima comodidad y seguridad de los pacientes. Nuestro objetivo es preservar la salud de los ciudadanos». En términos más coloquiales, ayudar a salvar vidas y reducir el dolor.

Lluïsa nos ha dejado pronto, demasiado pronto, pero con mucho trabajo hecho a pesar de su madura juventud, porque su equipo lo seguirá haciendo a partir del ejemplo de entusiasmo, optimismo e ilusión que les transmitió su directora. Unas cualidades que empleó a fondo y que nos contagió en su lucha durante meses contra la cruel enfermedad que acabó arrebatándola de los suyos, pero a la que hizo frente de manera activa y valiente. Sus conocimientos de medicina no le hicieron ceder al desánimo y ha estado siempre ofreciendo a su esposo Rafel y a su hijo Guillem, así como a su equipo y amigos, el mensaje de esperanza basada en la constante búsqueda de una solución.

Quisiera terminar estas lí­neas con la última estrofa del poema Les estances que Carles Riba escribió en 1914 y que Lluïsa y Rafel recitaban juntos de memoria en estos largos meses de complicidad en su lucha por la vida:

«Aquesta coneixença tan viva del sentit, / Tan corporal, però ja lliure de paüra, / la mort faria de la bella carn pastura / Sense que en tremolés la imatge dins mon pit«.

Descansa en paz, buena ­amiga.