«En Siria las secuelas de las bombas son incluso peores que la muerte»

En OPINION

Sami Kharat es un médico sirio. La última vez que estuvo en su patria fue en un hospital de campaña rodeado de heridos – Temió por su vida porque declararon terrorista a quien ayudara a los rebeldes

Victoria Bueno

Ayer, desde Alicante, pidió ayuda frente a un «genocidio tan grande como el de Ruanda»

El doctor Sami Kharat participó ayer con su testimonio en unas jornadas de apoyo a su pueblo, Siria, organizadas por alumnos y profesorado de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante para recaudar fondos de la mano de ACNUR y asistir a los refugiados y desplazados.

medico-sirio¿Es complicado actuar como médico en un conflicto bélico?
En julio de 2013 volví a Siria a trabajar en Alepo, en un hospital de campaña, y me di cuenta de la magnitud de la masacre que esta viviendo la población civil siria.

¿Hay presiones por atender a uno u otro bando en guerra?
En Siria, desde el inicio, cualquier personal sanitario que atendiese a manifestantes heridos al principio de la revolución, o a heridos por los bombardeos conforme avanzó el conflicto, se le consideraba formalmente un terrorista. Esa acusación formal quiere decir que pueden hacer contigo lo que les de la gana.

¿Cómo se conjuga con el juramento hipocrático?
Por supuesto los médicos allí atendemos a todo tipo de personas, cumplimos el juramento hipocrático y no distinguimos entre civiles o personal armado, gente pro régimen o pro revolución. El 90% de la población a la que atendí era civil, solo un 10% eran guerrilleros, y supongo que ninguno de ellos era pro régimen, pero había ladrones que iban armados y hubo que atenderles sin distinción, aunque el régimen sí que distingue.

¿Cómo enfrentan esa presión?
Los que han viajado de otras ONG de Europa, igual que yo, sabíamos que al único sitio al que podíamos ir a ejercer eran zonas no controladas por el régimen, porque si te pillaban… Y en áreas controladas por el régimen no necesitan médicos. Las zonas bombardeadas son las otras, con déficit de médicos. Se nos dejó trabajar hasta que se infiltraron grupos ajenos a Siria.

¿Como en un país paralelo?
Desgraciadamente, tal y como denunció la presidenta de Médicos sin Fronteras, a los sanitarios se les ha utilizado en Siria como un arma de guerra. Se les ha perseguido de forma brutal y no puede ser que alguien no pueda ejercer su profesión, y más con lo que está sucediendo ahora.

Sabiendo que si les pillan no lo cuentan, ¿qué hacen?
Uno toma sus precauciones pero ahora no iría. Hay muchos más bombardeos y se ha infiltrado un grupo de corte islamista radical que está secuestrando extranjeros, ha secuestrado a españoles y médicos sirios. A ocho meses de haber ido, la situación se ha deteriorado un montón.

¿Qué les espera a tantos heridos sin médicos?
Intentamos que tengan ayuda humanitaria. ONG sirias envían material de todo tipo y una Plataforma médica de cooperación con Siria que dirijo hace poco enviamos material médico. Es un granito de arena, por eso pedimos más participación, no sólo del gobierno, sino de la gente.

¿Cree que no se ayuda?
El problema de Siria es que el goteo es continuo y queda para el olvido. Son ya 150.000 muertos en tres años de revolución contra un régimen dictatorial, de represión del régimen y de agitación de grupos ajenos, pero lo más importante es la catástrofe humanitaria porque a diario hay bombardeos con dinamita y mueren un centenar de civiles. Junto a la de Ruanda, estamos ante una de las mayores catástrofes tras la 2a Guerra Mundial. No sirve llorar, hay que actuar y solo nos queda la ayuda humanitaria.

¿Ve salida?
Durará mientras la comunidad internacional siga siendo pasiva con este régimen que es el mal mayor. La base es un pueblo pidiendo libertad, justicia y dignidad. La marcha atrás es imposible, de represalias inimaginables.

¿Cree que hay algo peor que la muerte en esta catástrofe?
Pensé que lo peor era la muerte hasta que me di cuenta allí, aunque suene fuerte, que es peor una lesión neurológica permanente o la amputación de miembros. Como padre, si me dan a elegir entre perder a mi hijo o que sufra toda la vida porque allí no hay medios, me decanto por la muerte y que descanse.

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